Los años ochenta, década del florecimiento.

El entusiasmo de Javier por abordar composiciones nuevas y su conocimiento (e interpretación) de algunas obras para clarinete de compositores mexicanos, facilitaron la decisión de producir una colección de discos que incluyera el mayor número posible de trabajos compuestos para clarinete solo durante el siglo XX y el actual; que comprendiera obras conocidas, partituras y manuscritos inéditos y estrenos escritos para Javier que expandieran su repertorio como solista. Pero para dar el siguiente paso teníamos que contestarnos la pregunta: ¿De cuántas obras compuestas, por mexicanos, para clarinete solo tenemos noticia? Aquí escucharemos parte del resultado de la investigación que hasta ahora compendia poco más de 40 obras y contando…

En estos dos primeros volúmenes se presenta una gran variedad de obras concebidas en múltiples formas, y escritas con una rica diversidad de lenguajes por compositores nacidos a lo largo de seis décadas. Un dato interesante encontrado al clasificar cronológicamente las partituras para esta colección, fue que aún cuando las fechas de las composiciones abarcan desde los años cincuenta hasta la primera década del siglo XXI, es a partir de los años ochenta que se comenzó a escribir con mayor frecuencia para clarinete solo. Es en dicha década donde se concentra la mayoría de los trabajos incluidos en el presente volumen, mientras que lo restante del mismo consiste de dos obras compuestas en los primeros años de este siglo.

Estrenamos en esta ocasión Paisajes emocionales, compuesta en 2008 por Jesús Lara (1976) y dedicada a Javier Vinasco. Un paseo donde el viajero observa atentamente a través de una ventanilla, su tránsito por un amplio y contrastante paraje exterior que atrapa sus reflexiones mientras mira lo cercano y lo lejano del paisaje. En su mente repasa las imágenes captadas que se interpolan y aparecen a distintas velocidades, como fragmentos de un mensaje que se va revelando de forma no lineal en el tiempo y es reconstruido en la memoria.

Transmisiones por Internet de la 2ª Guerra del Golfo Pérsico y sonidos sintetizados son la materia prima para la creación de la secuencia de Maldita Guerra!!!, del año 2005, y compuesta por Hugo Rosales (1956). Pieza que ambienta la vorágine de destrucción y violencia del conflicto, mediante el uso de sonidos que rodean amenazadoramente a dos ideas temáticas que alcanzan el clímax con el estallido de una bomba que deja tras de sí gran lamento y desolación.

Del año 1987 presentamos otra composición de Hugo Rosales, El Güije, realizada durante una residencia en Cuba. Dicha pieza, retrata a un fantástico y legendario duende que habita la tradición popular de aquel país. Una inquieta melodía con veloces y coloridas ornamentaciones describe su naturaleza esquiva, mientras que la risa traviesa revela su carácter pícaro. Sin que nunca haya cometido una fechoría seria, los cuentos siempre terminan en que se le persigue.

Otro trabajo del mismo año es Tres Movimientos de José Luís Wario (1936), realizado bajo una forma tradicional y con una disposición de los movimientos rápido-lento-rápido. El primero, tiene melodías marcadas por trinos y mordentes que construyen puntos climáticos a través de secuencias. Contornos escalares y sinuosos con notas tenidas en el registro agudo dan forma al segundo; y en el movimiento final, predominan líneas melódicas que descienden en cascada y son rematadas con un salto en dirección contraria.

También de 1987, está Tlapizalli, obra dedicada a Jesús Villa Rojo, quien publicó “El clarinete y sus posibilidades” (1975), donde se explica el sistema gráfico utilizado por Manuel Enríquez (1926-1994) para escribir esta pieza. En ella se explora la extensa capacidad tímbrica del clarinete que va de sonidos saturados a sonidos eólicos a través de técnicas extendidas, así como una búsqueda de nuevas formas con la inclusión de una sección modular aleatoria que puede variar en cada ejecución. Con la grabación de esta obra conmemoramos el decimoquinto aniversario luctuoso de una importante figura de la música del siglo XX en México.

Regresando dentro de la misma década llega el año 1986 con Cantar de un alma ausente de Mariana Villanueva (1964). Obra de carácter pausado, delicado y lírico; escrita en un lenguaje modal, y de manera directa y sin expansiones técnicas; creación temprana de una joven compositora. Largas e íntimas melodías con amplios graves y suaves agudos que por momentos aumentan en intensidad para después languidecer paulatinamente hasta desvanecerse en el recuerdo. Dedicada a Luís Humberto Ramos.

En ese mismo año el compositor y pianista Max Lifchitz (1948), quien reside en los Estados Unidos desde 1966, escribió Yellow Ribbon #26 como parte de una serie de composiciones cortas para distintas dotaciones instrumentales entre las que están Yellow Ribbon #6 y #13, aunque éstas de 1982. Técnicamente demandantes, estas obras de apasionada energía y pasajes de profunda melancolía, comparten un campo de velocidades metronómicas relacionadas entre sí y material motívico-melódico que se estructuran en distinto orden variando la forma de cada una de las piezas.