La colección de pistas para celuloide aquí reunida ofrece al oyente, desde una primera audición, un importante elemento de lógica impecable: Alejandro Colavita ha creado una variada gama de expresiones sonoras que reflejan puntualmente la diversidad de los filmes para los cuales fueron creadas. Y a la vez (como mandan los cánones básicos del oficio), el compositor ha sabido mantener una unidad de estilo que permite escuchar-entender que todos estos sonidos provienen de un mismo creador. Poniéndose en los zapatos del cinéfilo-melómano que observa, deconstruye y asimila, para enfatizar el hecho de que la buena música escrita para la pantalla debe ser válida, interesante y analizable por sí misma, aun en ausencia de las imágenes, las historias y los significados para los que fue compuesta, uno puede decir, sin duda, que estas músicas de Alejandro Colavita, de un alto y refinado nivel de experimentalismo, lo cumplen a cabalidad. De la audición de los materiales integrados en quadro 1 surge de inmediato la percepción de que no se trata aquí de meros decorados sonoros de fondo, sino de apuntes sonoros intensos, de presencia propia e individual comprometidos con las películas en cuestión. Y sí, la variedad de la materia sonora refleja la variedad de los asuntos abordados en los filmes: desaparición forzada y flagrante violación de derechos humanos; el descubrimiento de la circulación de la sangre y sus consecuencias; una bala única para un suicidio pospuesto; una singular aproximación a un gran escritor mexicano; dos miradas diversas al sistema de impartición de justicia en México. Esta colección de pistas sonoras para cine y televisión escritas por Alejandro Colavita trasciende y contradice, venturosamente, la añeja y malhadada costumbre del cine mexicano de construir soundtracks artificiales a través de la mera acumulación de exitosas canciones del momento. Precisamente por ir en contra de esta tendencia, esta colección de pistas musicales para cine deja en el que escucha una curiosidad (necesidad) urgente de ver los filmes en cuestión; esto es en sí mismo una singular virtud, y es mucho más de lo que puede decirse de la mayoría de los soundtracks mexicanos recientes.

Texto. Juan Arturo Brennan